Esta va a ser una entada
corta. Muy corta, para lo que es mi costumbre. Y para colmo el tema no es ninguno de
los anunciados la última vez que me asomé aquí, pero es que la actualidad
obliga, y no consigo aguantar más el dolor de cerebro que me producen tantas
patadas juntas a la inteligencia. Por desgracia sí: el tema es el famoso
referéndum sobre la independencia de Cataluña. Pero tranquilos, que apenas es una
corta reflexión.
Está claro qué es el fondo
de una cosa y qué es la forma, tanto si hablamos de una realidad tangible como
informacional. No existe lo uno sin lo otro, y si nos empeñamos en ningunear
alguna de las dos partes estamos haciendo trampa. Exactamente esa es la jugada
de los independentistas en Cataluña: lo importante es la forma, no el fondo, ardid
escandaloso que me deja perplejo que pueda llegar a embaucar a tanta gente ¿O
acaso no hay tal embauque? Mucho me temo que entre las huestes independentistas
hay tantos embaucados como tramposos, incluidas miles de personas más cultas,
leídas y viajadas que yo. Esos son los peores, los tramposos de alto nivel,
máquinas de intoxicar que se dedican ininterrumpidamente a hablar de la forma,
hasta conseguir que ya no se sepa cuál era el fondo.
Lo anterior se concreta en
cosas como “La gente tiene derecho a decidir su futuro”. “Votar es democracia,
siempre”. “Poner urnas y convocar un referéndum no puede ser ilegal: es
democracia pura”
¿Alguien con dos dedos de
frente puede creer que los tres puntos anteriores son axiomas desligables del
fondo de la cuestión: quién vota y qué vota?
Tus derechos terminan
donde empiezan los de los demás. Yo tengo derecho a decidir si quiero buscar pareja
o no, tener o no hijos, trabajar en una cosa u otra. Pero yo no puedo imponerle
a nadie que sea mi pareja, que me haga padre o que me contrate.
Votar es el acto supremo
de la democracia. Pero no se puede votar cualquier cosa, sea o no legal y
tengan o no los votantes en cuestión jurisdicción sobre el asunto ¿O acaso
tendría sentido que votáramos los españoles la derogación de la pena de muerte en EEUU, por muy deseable que tal derogación pudiera parecernos? ¿Qué tal si
los andaluces votan que la tauromaquia sea asignatura obligatoria de secundaria,
en toda España? Y ya puestos, ¿Porqué no convocan los de la CUP y el resto de
su banda un referéndum para declarar a la Luna quinta provincia catalana?
EL FONDO DE LA CUESTIÓN ES
SI CATALUÑA ES O NO PATRIMONIO EXCLUSIVO DE LOS CATALANES.
Si se aclara lo anterior, si
tal extremo es aceptado, ya no hay problema alguno: que voten si quieren
declararse país independiente o provincia de Andorra. Pero ¿realmente es así?
¿Cataluña es solo de los catalanes? ¿Dónde y desde cuándo pone eso? En su estatuto
de autonomía, tanto el que se aprobó en el Parlament en 2005 como el enmendado que
aprobaron las Cortes en 2006, desde luego no (el que tenga dudas, que los
relea), y aunque haya multitud de matices entre ambos los dos establecen que
Cataluña forma parte del estado español, y en consecuencia patrimonio común de
todos los españoles, como el resto de las comunidades que integran ese país,
que dicho sea de paso (me parece increíble tener que recordarlo), no es nada en
sí mismo diferente de la suma de sus partes y sus sinergias: NO
EXISTEN LOS ESPAÑOLES QUE SOLO SON ESPAÑOLES: todos son, además, de algún sitio en concreto, gallegos, murcianos, madrileños, catalanes, vascos…
De modo que basta ya de
intoxicar intentando hacer quedar como no demócratas a los que no aceptamos que
una parte decida sobre algo que es de todos. Una parte pequeña, además, porque
aunque gracias a la torpeza de muchos el sentimiento independentista ha crecido
exponencialmente en Cataluña en la última década (sería demasiado largo tratar
aquí eso), siguen sin llegar a ser la mitad de los que votan. Si fueran
abiertamente independentistas el 80 o el 90% de los catalanes, pues seguro que
el resto de españoles, lamentando la circunstancia, nos dispondríamos a
despedirnos de ellos, como en su día nuestros bisabuelos se despidieron de los
cubanos. Pero es que no es así.
De modo que no hay abrumador
sentimiento independentista que valga, ni tampoco contexto legal de ninguna
clase que, en estos momentos, establezca que Cataluña es propiedad exclusiva de
los catalanes. Esas son las reglas del juego, y si no nos gustan pues las
cambiamos; pero no a mitad de partido, sacándonos una ley de la chistera al más
puro estilo Groucho Marx. Eso ya lo he hecho yo, en este mismo Blog, y me divertí
un montón con el chiste:: celebramos
un referéndum en mi casa, y por tres votos contra uno aprobamos la incorporación
de España a la República Federativa do Brasil; pero no pretendí después que
nadie se lo tomara en serio, cosa que Puigdemont y su banda parece ser que
pretenden.
¿Es posible que tanta
gente tan inteligente como seguro hay entre los independentistas catalanes, no
sean conscientes de las obviedades que estoy comentando? ¿Lo son pero les da
igual, porque no les importa hacer trampas, engañar, embaucar, con tal de
llegar a lo que consideran un fin justificado? Pues por si es así, les dejo
aquí un par de recordatorios, que son verdades no negociables:
1º EL FIN NUNCA JUSTIFICA
LOS MEDIOS
2º EL NACIONALISMO NO ES
MODERNIDAD NI FUTURO: ES SIGLO XIX
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