PREÁMBULO
Con fecha 3 de mayo de 2015, fue
presentado en las Oficinas Centrales de este Tribunal escrito firmado por la Comisión
Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas, instando resolución
respecto a un asunto que la referida Comisión entiende como Universal, de
ámbito no exclusivamente penal y naturaleza adecuada para el análisis,
consideración y sentencia por parte del Tribunal Planetario: Las Drogas.
Cumpliendo con los estatutos y
procedimientos del preste Tribunal, el asunto planteado por la Comisión ha sido
objeto de serenos y profundos análisis durante el pazo preceptivo de dos
semanas.
En un lugar cualquiera del Planeta
Tierra, pero universalmente accesible en la actual era de la globalización de la
información, el TRIBUNAL PLANETARIO, reunido en pleno, dicta la presente
SENTENCIA.
RESULTANDOS
1º Cabe definir como drogas a aquellas
sustancias capaces de alterar el estado de conciencia y capacidad de percepción
de quien las ingiere.
2º Es un hecho científicamente
incuestionado que son numerosas las especies animales que hacen uso de drogas.
En las especies más evolucionadas es igualmente incuestionado que ese uso es
deliberado.
3º El Homo sapiens sapiens, como otros
primates superiores, viene haciendo uso de las drogas desde su origen, y todo
apunta a considerar que ese rasgo comportamental proviene de
ancestros anteriores a la aparición de su especie, al igual que el dominio del fuego
o la fabricación de utensilios.
4º Desde la noche de los tiempos diferentes tipos de drogas han formado parte del acervo cultural de las
sociedades humanas, siendo usadas como vehículos en ceremonias sagradas o profanas para propiciar estados anímicos acordes a los ritos, celebraciones o
conmemoraciones que en cada caso correspondiesen. El cannabis entre mesopotámicos
e hidúes, el peyote y la ayahusaca en las sociedades precolombinas, o el vino
entre las comunidades greco-romanas primero, y cristianas después, pueden ser
buenos ejemplos al respecto.
5º Las drogas abandonan el espacio
ritual y van ganando terreno en la cotidianeidad a medida que las sociedades
evolucionan hacia el confort. En las sociedades evolucionadas, la supervivencia
deja de ser el objetivo prioritario del individuo, pasando a serlo la vivencia
de experiencias singulares y motivadoras; y en ese ámbito, la alteración del
estado de conciencia propiciado por las drogas se convierte en una sugestiva
opción.
6º Los efectos colaterales de la mayoría
de las drogas, y en particular su carácter adictivo y su capacidad para
deteriorar la salud, hacen que el uso individual y meramente experimental de
las mismas, al margen de ritos o de esferas en las que el empleo de este tipo
de sustancias tiene historia recorrida, acabe siendo un serio problema tanto a
nivel individual como colectivo. Pero en realidad eso es algo relativamente reciente,
como se expone en el punto siguiente.
7º Aunque local o puntualmente el abuso
de las drogas haya podido ocasionar problemas de cierta consideración, éstos
nunca llegaron a ser de auténtico calado hasta mediado el siglo XIX, momento en
el que se solaparon procesos como los siguientes:
- Elaboración sintética de drogas derivadas: del opio la morfina y la heroína; de la coca la cocaína., etc. Estas nuevas sustancias carecían obviamente de tradición o de algún tipo de referente capaz de encauzar un posible uso que evitase o minimizase los problemas de salud y adicción.
- Incremento del nivel de confort de las sociedades, el cual determina un mayor interés por la experimentación.
9º Cuando las drogas pasan a constituir
un auténtico drama social y planetario, pese a llevar entre los
humanos desde antes de existir como especie, es cuando a los procesos referidos
para el siglo XIX —sustantivamente amplificados durante los siglos siguientes—
se une un último elemento decisivo: la ilegalización generalizada de la
producción, distribución y uso de estas sustancias.
10º En las sociedades actuales, que son
las de mayor nivel de confort que ha habido nunca, el interés por la
experimentación y los recursos disponibles para acceder a ella están
garantizados. Y el hecho de que los productos alteradores de la conciencia,
teóricas puertas hacia la experimentación, sean ilegales, dispara
geométricamente su valor, con todas las implicaciones que ello
conlleva.
11º El efecto conjunto de “producto de
mercado de elevadísimo valor/producto ilegal”, convierte a las drogas en el
instrumento perfecto para financiación, subsistencia y existencia de todo tipo
de estructuras criminales, ilegales o alegales. Al mismo tiempo, subsume a los
países productores de drogas en una economía sin alternativas, pues los
agricultores no pueden optar por otros cultivos que son incomparablemente menos
rentables. Y en las zonas de consumo, posibilita la existencia de bolsas
insondables de miserables sin alternativas, pues a legiones de infelices mercadear
con la droga siempre les resultará más rentable que aprender un oficio
tradicional y ejercerlo.
CONSIDERANDOS
1º No parece realista interpretar que el
hombre pueda cambiar su esencia, al margen de que para algunos extremos pudiera ser deseable. El ser humano jamás dejará de llevar impreso en sus genes el
instinto de supervivencia individual, la competitividad, la jerarquía, la
fidelidad al grupo… al igual que el altruismo y la generosidad. Jamás podrá
renunciar tampoco a su curiosidad, tanto por lo que respecta a la naturaleza
del universo como a su propio universo interior. Y eso último incluye una
vocación indestructible hacia todo lo que sea experimentación.
2º A la hora de intentar atajar un
problema de calado debe buscarse su raíz, huyendo de soluciones que tan solo combatan
las ramificaciones o manifestaciones del problema. Pero ha de permanecerse siempre
alerta para no confundir las herramientas con el uso que se hace de ellas,
asumiendo que, al margen de que éstas necesiten de su debida reglamentación, no
se puede pretender que con esa regulación el problema de fondo vaya a quedar
resuelto. Ese es, por ejemplo, el caso de las armas, ya sea blancas o de fuego:
obviamente, es necesario regular su uso y tenencia; pero es ridículo pretender
que una regulación suficientemente estricta —llegados al límite: su
prohibición absoluta— podría hacer desaparecer los asesinatos de la faz de la Tierra.
3º Desde comienzos del siglo XX la
estrategia mundial aceptada de forma prácticamente unánime hacia las drogas ha
sido la de su prohibición y combate absoluto; excepto en los casos de aquellas
no sintéticas y socialmente implantadas, cuyo máximo paradigma sería el alcohol
en el mundo occidental. Para todo el resto, la consigna ha sido la prohibición
total de su producción, distribución y consumo, a nivel planetario. Cabe considerar que esta estrategia parte de un objetivo
bienintencionado: evitar a la población, con carácter general, los constatados riesgos de estas
sustancias; porque aunque éstos no sean en realidad homogéneos y equivalentes (es absurdo equiparar cannabis y crack), en la mayoría de los casos sí son muy elevados.
4º Pero al margen de criterios altruistas,
lo cierto es que a la sociedad no le interesa que sus individuos se droguen,
pues los problemas de todo tipo que el uso de estas sustancias acarrea (de
salud pública, de seguridad, de baja de la productividad…), no parecen
compensables por hipotéticos ataques de genialidad experimentados gracias a
estados alterados de conciencia, o a una sustantivo y real mayor nivel de
felicidad de sus miembros alcanzado gracias a las drogas, y no alcanzable por
otros métodos menos arriesgados.
5º Ya sean la autodefensa social o el
altruismo los impulsores fundamentales del proceso, el hecho es que la
estrategia planetaria de lucha global contra las drogas tiene un único e
incontestable resultado: FRACASO ABSOLUTO. Es probable que jamás, en la
historia de la humanidad, se haya hecho un esfuerzo tan grande para cosechar un
desastre tan total; con el agravante de que los problemas colaterales ocasionados
superan exponencialmente a los que se pretendían combatir: LA LUCHA CONTRA LAS
DROGAS NO SÓLO NO HA CONSEGUIDO RESOLVER NADA DE LO QUE PRETENDÍA, SINO QUE HA
GENERADO PROBLEMAS INCONMENSURABLEMENTE MAYORES.
RESOLUCIÓN
1º En el plazo de DOS AÑOS a contar
desde la fecha de publicación de la presente SENTENCIA, QUEDARÁN LEGALIZADAS A
NIVEL PLANETARIO LA TOTALIDAD DE LAS DROGAS Y SUSTANCIAS PSICOACTIVAS, TANTO EXISTENTES
COMO DE NUEVA CREACIÓN.
2º Durante los dos años que mediarán
entre la publicación de esta sentencia y la legalización planetaria, total y
absoluta de cualquier tipo de drogas, los Estados deberán adaptar sus legislaciones,
tanto para que éstas den acogida a la presente sentencia como para establecer
un marco adecuado para la producción, distribución, control y uso de este tipo
de sustancias. Se sugiere, a este respecto, definir en cada caso, como
corresponda, medidas que posibiliten el establecimiento legal de los siguientes
extremos:
- Ámbitos y marcos de producción y comercialización de las drogas; se propone integrar éstas en los circuitos alimentario y sanitario, dependiendo del producto que en cada caso se trate.
- Prohibición absoluta de la tenencia, compra y consumo de estas sustancias por parte de menores de edad.
- Prohibición de la conducción de vehículos, del uso de maquinaria peligrosa o del desarrollo de actividades laborales bajo el efecto de estas sustancias.
- Ajuste de los códigos penales de modo que el hecho de estar bajo el efecto de las drogas no sea nunca ni agravante ni atenuante de ninguna acción.
- Prohibición sectorial del uso de este tipo de sustancias, a ajustar en cada caso (qué sustancias, qué cantidades, en qué plazos, etc.), para profesiones como conductores de todo tipo de vehículos, trabajadores de la salud, seguridad, docencia, etc.
- Prohibición de la publicidad de este tipo de productos.
- Prohibición de que los Estados participen en ningún sentido de forma activa y lucrativa de la producción o comercialización de este tipo de productos.
- Establecimiento de restricciones de la obligación estatal de atender a la salud pública gratuita de los consumidores de drogas, para aquellas dolencias científicamente vinculables a su consumo .
3º Cada Estado podrá adaptar
singularmente sus respectivas legislaciones, estableciendo restricciones
complementarias a las planteadas en el punto anterior para cuestiones como la
prohibición del consumo de ese tipo de sustancias en lugares públicos (por
ejemplo, en los países cuya población sea mayoritariamente musulmana, en
relación con el alcohol), o el tipo de control sanitario a aplicar a cada
producto (atendiendo al carácter natural o sintético del producto, a su
elaboración, etc.) Pero BAJO NINGÚN CONCEPTO NINGÚN ESTADO PODRÁ DECLARAR
ILEGAL LA PRODUCCIÓN, DISTRIBUCIÓN O CONSUMO DE NINGUNA CLASE DE DROGA. Este
extremo es vital para asegurar el efecto planetario que esta SENTENCIA
pretende: desactivar por completo y definitivamente el mundo del narcotráfico.
En cualquier parte de la Aldea Global, a
16 de Mayo de 2015
Fdo: EL TRIBUNAL PLANETARIO
Hala, y ahora remata la faena el
poliedro, libre de formalismos legales.
El otro día vi “Tropa de Élite”, una
película del 2007 sobre el Batalhão de Operações Policiais Especiais, selecto cuerpo policial de Brasil dedicado básicamente a la lucha contra el narcotráfico. Según he podido averiguar, la película refleja con notable precisión la realidad; o al menos lo que era la realidad a mediados de los noventa del siglo pasado, que es cuando está ambientada. Me
quería morir. Qué horror, a dónde puede llegar el ser humano. A dónde puede
llevarnos eso de que “el fin justifica los medios”. Hasta dónde es capaz de
llegar la crueldad, el desprecio absoluto por la vida de los demás, por lo
ajeno...
Y me asaltó de nuevo un “inside”, una iluminación trivial, porque seguro
que es más vieja que Atapuerca y que ya la han tenido miles de veces millones
de personas: si las drogas no fueran la fuente infinita de riqueza fácil que son…
¿existirían las favelas? Si un niño pobre de los que ahora mismo vive en una de
ellas, no tuviera la opción de trapichear y sacar lo bastante como para ir
luego a presumir por ahí, y no le quedara otra que aprender un oficio y
ejercerlo para salir adelante… ¿qué pasaría? ¿Qué pasaría si a los agricultores
de Afganistán les pagasen más por un buen algodón que por sus cultivos de opio?
¿Con qué se iban a financiar los psicópatas que creen que la mejor opción para
esa pobre gente es regresar a la Edad Media? Y si las hojas de coca valieran lo
que las de té, y la cocaína lo que el paracetamol, ¿cuánta gente menos moriría
atracada, para quitarles lo justo para pagar una dosis? ¿Cuántas guerrillas y grupos terroristas se quedarían sin gasolina y
tendrían que echar el cierre?
Se lo cuento a mi hijo, y a sus quince
años se asusta un poco y me dice que acaso la legalización absoluta de todo
incentivara el consumo… Pero yo, que me parto el pecho para desmotivarle de que vaya por ese
camino, le pregunto que si acaso no conoce ya a gente que consume sin mayores
problemas, al margen de que lo que se fuman no lo compren en el estanco sino en
la esquina, más caro, con menos control sanitario y expuestos además a ir
detenidos… Después hablo con el de fútbol, de amigos, de chicas, de música… de
cosas que hacen que la vida, la suya y ahora, merezca la pena. Ya tendrá tiempo
de experimentos, más adelante. Ahora esas cosas no tocan. Además, y
para que todo sea aún más idiota, es obvio que colgarle a algo el cartel de “prohibido”, no hace
sino volverlo más atractivo.
El 16 de mayo de 2017 iré al estanco, a
ver si puedo comprarme un cogollito de maría. Uno sólo, fresquito y aromático,
para fumármelo después con un par de amigos al pie de una montaña, mirando a
las estrellas y celebrando las miles de muertes y miserias que ese acto tan
ancestral, simple e inocuo, acaso esté evitando.
Estamos tan lejos de 2017...ya sabes lo complicado que es prescribir legalmente un estupefaciente. Y prescribir cannabis medicinal en este país, ni te cuento. Soy pesimista. Un abrazo, Miguel.
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