Están anunciando por la tele —pública—
una nueva serie, cuyo sugerente título es “El Ministerio del Tiempo”. De lo que
han dejado entrever, está claro que va a tratar de saltos en el tiempo, viajes
retrospectivos para arreglar entuertos y cosas parecidas. Tengo que reconocer
que eso de los laberintos espacio-temporales, las inevitables paradojas y las
artimañas inventadas para circunvalarlas me atrae muchísimo, así que haré una
excepción (veo muy poca televisión, porque siempre se me cuelan otras
prioridades), e intentaré ver algún capítulo.
Decía antes “para arreglar entuertos”.
Porque a no ser que seas J,J, Benítez y pretendas descubrir si Jesucristo fue
un ser real o sólo una metáfora (de eso trata toda su saga del Caballo de
Troya), si vas al pasado digo yo que será para cambiar algo que no te gustó que
pasase y que condicionó el presente actual, ¿no? Pues ya veremos cuánto da de
sí el ingenio de los guionistas para resolver ese embrollo: Si lo que pretendes es cambiar el pasado… ¿quién te garantiza que
tú seguirás existiendo en ese futuro modificado?.
Este jugoso tema da para un nuevo
jueguecito de los míos, que aquí os regalo. Lamento si hay a quien le parece demasiado
“intelectual”, porque ciertamente hace falta saber algo de historia para
sacarle su jugo… aunque tampoco demasiada, porque los laberintos que se acaban
formando pueden colapsarte si tienes demasiada información.
Pero antes, retomemos el génesis de la
idea.
El anuncio de la serie que os
comentaba reflejaba una típica escena de partisanos perseguidos por nazis. Cuando
los alcanzan y los tienen en el suelo, uno de ellos dice “¡no disparen, tengo
una información muy valiosa para el Mariscal Himmler: sé cómo viajar en el
tiempo…!”. El sketch terminaba ahí; pero yo, inevitablemente, me quedé dándole
vueltas al tema: si Hitler, cuando ya se le venía la debacle encima, hubiera
podido regresar al pasado para tomar alguna decisión diferente, ¿a qué momento
habría regresado, y para decidir qué?
A mí, como poliedro curioso —también—
de la historia, con algo de culturilla al respecto pero lejos de ser un
experto, se me ocurrieron unos cuantos momentos teóricamente decisivos de la
contienda que, “de haber sabido a tiempo lo que iba a pasar”, podría haber movido
a los alemanes a tomar decisiones diferentes. Por ejemplo: no obcecarse con la
toma de Stalingrado; o no dejarse engañar respecto al lugar elegido para el
desembarco aliado en Francia. Pero, ¿habría cambiado eso el curso de la guerra,
o habrían conseguido tan sólo alargarla? Pensemos en decisiones más radicales,
como por ejemplo arriesgarse a invadir Inglaterra en 1940 (la nunca ejecutada ”Operación
León Marino”), o desistir de la invasión de Rusia en 1941 (la sí ejecutada
“Operación Barbarroja”, que supuso el inicio del fin de la Alemania nazi).
Pero, ¿habrían cambiado realmente esas decisiones el curso de la historia?
Siendo como eran entonces Rusia y Alemania dos megalómanas y sanguinarias
dictaduras con vocación de hegemonía mundial, y para colmo vecinas… ¿era
evitable una guerra entre ellas?
No es fácil cambiar la historia,
porque ésta es la cristalización de contextos muy complejos, en los que
intervienen muchísimos actores. Pero, ¿sería posible?
Ya tenemos juego.
La cosa consiste en intentar imaginar
un acto en concreto, uno sólo, capaz de hacer cambiar literalmente el curso de
la historia. Una especie de aplicación dirigida del efecto mariposa. Y para que
la cosa resulte más entretenida, lo que propongo básicamente es seguirle los
pasos a las consecuencias segundas, terceras y sucesivas, que interpretamos
podrían haberse derivado del insólito giro histórico que nos hemos inventado.
(Es un juego para varios jugadores:
alguien propone un hito singular, imagina sus consecuencias… y el resto de
jugadores deben enriquecerlas, matizarlas o echarlas por tierra)
Ahí va mi propuesta. Tiro la piedra, y
sigo el curso de las ondas:
3 de marzo de 1913: Woodrow
Wilson sufre un terrible accidente de tráfico
El día anterior al de
su nombramiento como 28º presidente de los Estados Unidos de América, el
demócrata Woodrow Wilson fallece en un accidente de tráfico.
Fuente: noticias.lainformacion.com
Asume el cargo de presidente el que
iba a ser su segundo, Thomas R. Marshall, individuo mucho menos carismático y atrevido, que entiende que lo mejor para su país es dar continuidad a la
política de neutralidad hacia los asuntos europeos, dejando que éstos se desgasten
entre sí para beneficio propio. En definitiva: ¡DECIDE QUE EEUU NO PARTICIPE MILITARMENTE EN LA PRIMERA GUERRA
MUNDIAL…!
Mi mariposa comienza a revolotear, y
el giro que da la historia de la Humanidad incluye cosas del siguiente pelo (me
centro en lo que no pasaría, que es menos difícil de imaginar):
A) PRIMERA
HONDA
- La Primera Guerra Mundial termina a comienzos de 1918, con la victoria de los imperios Austrohúngaro, Alemán y Otomano.
B) SIGUIENTE
ANDANADA DE HONDAS
- No hay Tratado de Versalles, ni humillación y hundimiento socioeconómico de Alemania
- No hay balcanización de los Balcanes, territorio “repartido” entre austriacos y turcos.
- No hay dominación británica sobre Oriente Medio, territorio que queda supeditado a la hegemonía otomana.
- EEUU no se convierte en superpotencia mundial, ya que no es ni el banquero, ni el hermano mayor, ni el garante de ninguna coalición vencedora, sino simplemente alguien que sacó partido —y mucho— como proveedor de todos los contendientes.
C) TERCERA
ANDANADA DE HONDAS
- ¡NO NACE EL NACIONAL-SOCIALISMO EN ALEMANIA…! dado que no se dan las terribles circunstancias de posguerra que lo hicieron posible. Y si nace, se queda en delirio minoritario sin eco social relevante.
Fuente:
- En España, sin apoyo externo significativo, no habría habido una auténtica Guerra Civil, sino, a lo sumo, una asonada militar.
- Sin Nacional-socialismo en Alemania, ¡NO HAY SEGUNDA GUERRA MUNDIAL…!
Fuente:
- Sin la presión británica (que ya no dominan Oriente Medio), ni americana (EEUU focalizará su política en Sudamérica y el Pacífico), y sin que haya habido genocidio ¡NO SE CREA EL ESTADO DE ISRAEL…!.
Fuente:
- Dominando Oriente Próximo el imperio Otomano, y sin el Estado de Israel… a las derivas integristas islámicas les pasa lo mismo que al nazismo: o no surgen, o no calan.
Si entramos en colateralidades varias
del mundo sugerido en los puntos anteriores, podemos dar con cosas realmente
insospechadas, como por ejemplo:
- Acaso en la Francia humillada y empobrecida por su derrota en la Gran Guerra pudiera haber surgido algo parecido al nacional-socialismo alemán. De haber sido así, al final las cosas tampoco habrían cambiado en realidad tanto, a nivel planetario, aunque los protagonistas hubieran cambiado papeles y estandartes.
- Si no hubiera habido Segunda Guerra Mundial, los gigantescos avances tecnológicos que acontecieron a lo largo de los años 40 tampoco se habrían producido… o se habrían retrasado décadas. Eso incluye desde el microondas al velcro, los aerosoles, al radar, los motores a reacción, la energía nuclear… e incluso la astronáutica: si Von Braun no hubiera inventado las V-1 y V-2, no habría podido desarrollar después el proyecto Apolo; y si, para colmo, tampoco hubiera habido Guerra Fría que justificase las astronómicas inversiones que requirió la carrera espacial, pues lo mismo ¡EL HOMBRE NO HABÍA LLEGADO AÚN A LA LUNA…!
Qué fuerte, ¿no? Un solo accidente de
tráfico, y la que se ha liado. Pero, ¿a que es divertido? Sobre todo, porque
ayuda a reflexionar sobre el porqué del presente, y sobre lo complicado que es
mover una sola pieza del puzle sin que este cambie al completo. Así, yo que estaba
tan contento de haber evitado la Segunda Guerra Mundial me encuentro con que lo
mismo lo único que había conseguido era que ésta se desarrollase parecida, pero
cambiándole la camiseta a los equipos contendientes… o acaso me hubiera cargado
la exploración del espacio, o quién sabe qué.
Ya sé que he hecho un poco de trampa,
centrándome en imaginar lo que seguramente no habría pasado, pero sin atreverme
a profundizar en lo que acaso sí pasase, territorio mucho más incierto. Les
dejo la tarea a los expertos del tema, que este poliedro no da mucho más de sí.
Por lo demás, ¿a que a más de uno ya
se os ha ocurrido algún otro suceso puntual que podría haber determinado que el
mundo fuera totalmente diferente? Lanzo ahí tres propuestas:
- ¿Y
si Saulo de Tarso no se cae del caballo? (os recuerdo que, tras el porrazo y su milagrosa conversión, el Apóstol San Pablo es el auténtico artífice de la
expansión del cristianismo)
- ¿Y si el rey Juan II de Portugal, en
lugar de fiarse de sus desorientados consejeros, hace caso a su instinto y le
dice a Cristóbal Colón que, adelante? (E provavel que agora eu não
estivesse escrevendo em espanhol, e sim em português).
- ¿Y
si la Armada Invencible, al llegar a
Inglaterra, se encuentra el cielo despejado? (entonces a lo mejor los que
escribían en español eran los habitantes de Norte América)
Pues hala, a reinventar la historia.
En la próxima entrega prometo volver
con asuntos políticos, que la cosa está más que jugosa. Y os adelanto ya el
título:
“ALFOMBRA
ROJA PARA PODEMOS”
Porque, ¿acaso no lo es el que los
desorientados del PP y del PSOE intenten comparar a Monedero con Bárcenas, para
concluir con un “no, si son tan chorizos como nosotros”? ¿Y qué os parece lo de que
Tania Sánchez se baje del caballo descontrolado de IU, pero no para irse a PODEMOS, sino a inventarse algo que se llame PODRÍAMOS, o PUDIÉSEMOS, o PUDIÉREMOS, o GANÁRAMOS, o GANÁSEMOS,
o GANARÍAMOS, o PUDIERA QUE PUDIÉSEMOS GANAR… ? (por cierto, ¿esa broma no la ha hizo ya José Mota, en el especial de Fin de Año?)
Los conspiranoicos están de
enhorabuena. Porque, en efecto, resulta difícil creer que tantos desatinos juntos
(los anteriores son apenas una mínima muestra), puedan ser fruto del azar.
Este guión no lo supera ni la mejor de
espías: ¿y si PODEMOS es en realidad una estructura títere, armada en la sombra
por la Grossen Coalitionen…?
En próximas entregas, más.
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