La poesía es la verdad que somos,
sin
sospecharlo y sin que importe.
El
idioma definitivo,
el
código certero para intercambiar razones
que la razón no alcanza.
Allí
donde el corazón…
pero
no sólo:
también
la raíz de las tripas,
la
punta de las alas,
la
electricidad de la piel,
los
sótanos de los sueños,
el
peso específico del recuerdo.
Todo,
al fin,
lo
que nos hace algo más que barro ingenioso,
más
que eficacia y tesón, biología afirmada.
Todo
lo que acaso sí sea algo
capaz
de hacer tambalearse al azar,
reivindicación
del Ser como hermosura,
quimera
al menos respetable,
opción
posible
hipótesis
bien argumentada de algún indescifrable -pero cierto-
sentido.
Si
fuera que algo es por algo,
sólo
podríamos saber de ello,
y
contárnoslo,
en poesía.
(en
algún rincón de la Maragatería, acabado septiembre de 2011)
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