La inmensa mayoría de las cosas que
aceptamos están ahí por convenio, por deducción, porque nos fiamos del consenso
general. Yo puedo comprobar personalmente si es de día o de noche, si tengo
dinero en el bolsillo o quién es mi vecino; pero no tengo cómo comprobar
personal e inequívocamente a qué distancia está la Luna de la Tierra, si
realmente existió Napoleón o el tamaño de China. Todos nos fiamos de lo que nos
cuentan cuando nos fiamos de las fuentes que lo hacen. Pero en ocasiones esas
fuentes no son tan nítidas o unánimes, y lo que al final acaba prevaleciendo
como versión consensuada es lo que la “sabiduría popular” construye mediante
interpretaciones, que por desgracia con frecuencia son simplistas e incluso equivocadas.
Un ejemplo de lo anterior: “si sufres
un corte de digestión nadando en aguas profundas podrías morir ahogado, pues no
es fácil nadar, vomitar y respirar a la vez". Cogiendo ese argumento de partida,
y a base de darle vueltas, ha terminado por instalarse en el inconsciente colectivo
el convencimiento de que, tras comer lo que sea, incluso una pieza de fruta, es
obligatorio esperar al menos dos horas antes de bañarse. Se parte de una
evidencia, a la que se da forma de bienintencionado consejo, y acaba saliendo
un disparate.
Me voy a entretener arremetiendo
contra varios ejemplos de eso mismo, más gordos y dolosos. Y que conste que ya
sé que lo que sigue son anatemas, tanto para la versión oficial
asentada por inercia entre las masas como para los intereses incalculables de
los vendedores del deporte, de las dietas, de los productos “saludables” y de
todo ese universo de cosas carísimas que nos dan tan poco y que nos privan de
tanto.
El que quiera contrastar que busque
una pizca (evitando conspiranoicos y otros desorientados), y
verá como lo que sigue no es tan descabellado.
EL DEPORTE ES SALUD
Fuente: deeporteysalud.blogspot.com.es |
Mentira
clamorosa. El deporte,
que no es sino la ritualización de la guerra, es una actividad muy beneficiosa
para la sociedad -mejor la guerra ritualizada que la otra- y sin duda para el
individuo, porque es divertido, desarrolla nuestra fuerza de voluntad y resistencia,
fomenta el trabajo en equipo, etc.
Pero todo lo anterior lo hace a costa de la
salud, porque hacer deporte no es “hacer ejercicio” (eso sí que es saludable), sino hacerlo compitiendo, forzando el
cuerpo para ganar.
El ardid, la estupidez, es confrontar
el deporte al sedentarismo. Es como si alguien dice “beber dos litros de vino
al día es salud”, no porque lo enfrente a la alternativa de beber dos litros de
agua, sino a la de morir deshidratado. ¡Pues claro, obvio…! El deporte es
salud, si su contrario es el sillón y la tele. Pero si no, no. Sin ninguna duda.
EL COLESTEROL, POR DEBAJO DE 200
Fuente: enplenitud.com. |
Mentira clamorosa. Esto es una idiotez
de tal calibre que me entretendré poco en ella. Consultar a cualquier médico de
confianza y que no tenga interés alguno en empresas de yogures milagrosos o de
estatinas sintéticas, y podrá confirmároslo. Lo cual no obvia, lógicamente, que
las dietas basadas en el embutido sean un disparate, que pasar de 250 no sea
recomendable y que rondar los 300 sea comprar papeletas para un infarto.
Pero
eso de bajar de 200 es una referencia disparatada, ficticia, inalcanzable –e
insana- para el común de los mortales pasados los 40 años.
LA CALORÍA COMO REFERENCIA NUTRICIONAL
Fuente: obtengamasingresos.blogspot.com.es |
Mentira clamorosa. Una caloría es un
concepto físico: la cantidad de energía necesaria para aumentar la temperatura
de un gramo de agua en un grado centígrado. Pero nuestros cuerpos no son
máquinas de serie, y el metabolismo funciona de manera específica para cada
individuo, variando además a lo largo de su vida. Por otra parte, los alimentos tampoco
equivalen a combustibles homogéneos, y su “poder calorífico potencial” nada tiene
que ver con lo que tu cuerpo es capaz de aprovechar en cada momento, por
lo que la simplificación de las calorías es una completa tontería.
Por buscar una equivalencia, sería
algo así como usar la demografía como valor absoluto para deducir cómo es
determinada sociedad. Por ejemplo: si en EEUU, que son 316 millones, hay 256
premios Nobel, en China, que son 1.357 millones deberán ser 1.100 los premiados
con ese galardón, ¿no es así? Pues no: sólo tienen 3. Y como China tiene 516
medallistas olímpicos, pues Alemania, que son 80 millones, deberá tener 31, ¿no? Pues vaya, tampoco sale, porque tienen 811. La
fiabilidad de las calorías es similar. Y eso lo sabe todo el mundo, médicos,
nutricionistas de todos los pelos… No es ya que lo sepan, es que lo proclaman
(podéis mirar donde queráis y veréis que es así). Pues bien, da igual: todos los
alimentos llevan inscrita esa quimera de las calorías que les corresponden a
efectos metabólicos (para colmo: los criterios que se aplican para determinar
las calorías de cada alimento son de finales del XIX, y ya nadie los acepta),
todas las máquinas de ejercicios te dicen cuántas calorías has gastado, todas
las dietas se referencian a la ingesta de calorías… ¡Pero si la caloría es un concepto físico inaplicable al metabolismo…! ¿No es de coña?
EL ÍNDICE DE MASA CORPORAL, ASÍ SIN MÁS, COMO REFERENCIA DE OBESIDAD
Tal como se usa el IMC, estamos ante
otra mentira clamorosa, aunque el índice en sí mismo, pobrecito mío, no es que
sea culpable de nada. Es obvio que aporta más información decir “fulanito
mide 1,80 y pesa 80 kilos”, que decir únicamente “fulanito pesa ochenta kilos”;
y el IMC es simplemente eso, añadir al peso el dato de la altura. Pero es ridículo
pretender que esos dos datos sean suficientes para decirme si estoy flaco o
gordo. Esto está también más que trillado y lo reconoce todo el mundo (me
refiero a médicos y similares): influyen decisivamente el sexo, la edad, la
complexión, el tipo de vida… Pero sin embargo ahí está, como tótem incuestionable,
especialmente desde que los zumbaos de la OMS santificaron la IMC, a pelo y sin
matices, como referencia para decir quién es obeso y quién no.
Sólo como ejemplo: mido 161 cm y peso
74 Kg. Mi IMC es consecuentemente 28,55; es decir, tengo un sobrepeso muy
considerable, a punto de entrar en la categoría de obeso Tipo I. Vale, no estoy
en forma; pero obeso… ¿no es un poco excesivo? Va foto de ahora mismo (sin camisa y de perfil, para que quede más claro).
Aunque no esté de acuerdo, voy a
aceptar que ahora soy un cetáceo. Pero es que, a juicio del IMC, siempre lo
fui, y eso sí que es ya directamente una broma. Porque hasta que dejé de fumar,
hace 10 años, yo siempre había pesado entre 65 y 68 kilos, y con ese peso
estaba hecho un toro: hacía fondo (corría maratones), jugaba al fútbol de
lateral, escalaba como una lagartija… Si calculo mi IMC de entonces, sale lo
siguiente: 161 cm, 67 Kg = 25,85. O sea, sobrepeso. Va otra foto de aquél
gordo, a comienzos de los noventa.
LOS VEGETARIANOS SON MÁS SALUDABLES Y
VIVEN MÁS
Fuente:notirivas.com. |
Mentira
clamorosa. Si lo que oponemos es una dieta vegetariana
equilibrada a una dieta carnívora compulsiva, es obvio que es más saludable la
opción vegetariana. También era más sano beber dos litros de vino al día que
morir de sed, o hacer deporte que ser un completo sedentario. Pero habida
cuenta de que el hombre es fisiológica, anatómica y metabólicamente omnívoro,
no parece razonable considerar que una dieta contra natura pueda ser más
saludable que una dieta pro natura. Sería algo así como decir que los osos, los
jabalíes o los erizos –que como nosotros, también son omnívoros- deberían comer
sólo vegetales; o pretender que raparse la cabeza y tatuársela es más saludable
que dejarla con su pelo. Una cosa es que, por ideología o por la razón que sea,
decidas llevar una dieta vegetariana, vivir en los árboles o renunciar a hablar.
Vale, son opciones; pero pretender que es más natural o más saludable hacer esas
cosas que comer de todo, vivir en el suelo y charlar… pues lo siento, pero no.
Al margen de opciones personales, es
cierto que excluir la carne de la dieta permite reducir ciertos problemas de
salud, como los riesgos cardiovasculares; pero también lo es que aumenta otros,
como las posibilidades de padecer anemia o falta de calcio. Y
respecto a lo de mayor longevidad… pues no lo dirán por los indios, en donde
viven más de 400 millones de vegetarianos -el 40% de la población- y cuya
esperanza de vida es de 66 años, frente a los más de 82 de España o los 77 de
los uruguayos, carnívoros empedernidos donde los haya.
Lo que sí está más que probado es que
comer poco y de todo, en especial pescado y vegetales, aumenta la longevidad,
siendo los japoneses en general, y los de Okinawa en particular, los mejores
ejemplos al respecto.
Fuente: las-terrenas-live.com |
Otra cosa es que yo, personalmente, prefiero quedarme en 82 a base de jamón, ensaladas con aceite de oliva y buen vino, en lugar de
llegar a los 100 a base de hambre, pescado crudo y algas.
Fuente: entrenamiento.com |
Qué se le va a hacer. Uno es como es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario