miércoles, 10 de junio de 2015

Periodismo paternalista

Yo no sé las veces que me lleva pasado ya: arranco con cualquier tema, y en seguida me veo intentando elaborar una teoría que explique la totalidad del universo. Supongo que es una deformación de cuando anduve haciendo ciencia, pero el caso es que casi instintivamente paso de describir un suceso a buscar una explicación del mismo, y a continuación una teoría general capaz de explicar cualquier hecho similar o emparentado. El resultado, obviamente, es una desesperante ralentización de mi producción, que en vez de brotar como de un manantial de montaña acaba pareciéndose más al célebre Parto de los Montes (el que no haya leído nunca a Esopo, que aproveche)
Y así, casi un mes con el blog en seco…
Pues se acabó. Hala, ahí que me lanzo, si ínfulas ni pretensiones de explicar el mundo, dando fe y quejido de algo que ofende cotidianamente mi inteligencia, como quiero creer que la de tantísimos otros: el periodismo paternalista.
Yo nací a mediados del siglo pasado. La tasa de analfabetismo en España era entonces del orden del 15%, pero dos décadas antes había sido del doble. La televisión era Una, no muy Grande y en absoluto Libre, ya que se traba básicamente de algo que además de entretener jugaba un papel crucial en la información/formación/adoctrinamiento de la población. A lo mejor es de esos polvos de donde le viene al periodismo nacional el lodo del talante paternalista.
Ya he avisado que intentaré huir de vanos intentos de explicación global de nada; pero lo cierto es no deja de ser curioso que los principios básicos que a continuación relaciono, y que se refieren a lo que detecto en mi entorno, también se presentan en otras extensas áreas del planeta, tengan o no un pasado dictatorial.
(Nota previa: cuando escribo Medio, con mayúscula, me refiero a canal de comunicación -prensa, radio, televisión, etc.- ya sea con carácter general o particular)
  • Los Medios tienen siempre en cuenta que su público es heterogéneo, y como los objetivos de todos son llegar a la mayor cantidad de público posible, tienden a orientarse hacia lo que se considera “el espectador medio.”
  • El nivel del espectador medio, y da igual de qué estemos hablando, es por definición bajo en comparación con lo que desde el Medio se le ofrece: si hablamos de literatura, al otro lado estarán escuchando básicamente personas que leen poco; si de ciencia, gente con la secundaria, y gracias; si de naturaleza, urbanitas; si de interculturalidad, individuos que apenas han viajado; etc.
  • Para llegar al mayor número posible de espectadores de nivel bajo, el Medio ha de ajustar igualmente a la baja su listón, tanto si hablamos de política o de cine como de salud o mascotas. (Vale, algunos Medios ofrecen espacios “intelectuales”, a horarios absurdos, para no dejar de atender/captar a los cuatro bichos raros que saben de verdad algo de alguna cosa; pero esos siempre son minoría, y no merece la pena dedicarles más).
  • Como el Medio parte de que es “superior” a su audiencia, resulta inevitable que adopte una actitud paternalista. Se esté tratando lo que se esté tratando, sistemáticamente se incorpora una empatía forzada y fraudulenta, procurando no incomodar a la audiencia; se acude a generalizaciones que metan en el mismo saco al que habla y al que escucha; se finge ignorancia, dejando entrever que "eso nos pasa a todos”; se muestra sorpresa ante lo que se supone que a la mayoría sorprendería, etc.
  • Como continuación natural de esa actitud paternal, los Medios dedican siempre especial atención a alertar del peligro a su ignorante audiencia: cuidado con el sol, cuidado con el agua, cuidado con el viento, vacúnese, no lleve animales sueltos, no pise al otro lado de la raya, no esquíe fuera de la pista, no coja setas, no coja animales, no se bañe fuera del área señalizada, no coma de más, no duerma de menos, conduzca más despacio…. Y por encima de cualquier otra consideración: no fume y no beba alcohol.
Los periodistas no sé si es que aceptan o que hacen como que aceptan la verdad absoluta que constituye la piedra angular del sistema: “SI CUMPLES LAS REGLAS, NADA MALO PUEDE PASARTE”.
Lo anterior, que es acaso la mayor de las idioteces paridas por la Humanidad y —y mira que llevamos paridas unas cuantas bastante buenas— es de aplicación para absolutamente todas las versiones del Sistema: el occidental, el cubano, el norcoreano, el saudí… todas.
¡Ay, que me estoy yendo de nuevo a intentar explicar el mundo, y luego me releo, me lio a corregir y no acabo nunca…! Regresemos a mi minúsculo entorno.
Noticias del fin de semana. Han muerto x personas en la carretera; ¿porqué? La respuesta es obvia: o no llevaban el cinturón, o no llevaban el casco, o alguien había bebido, o estaba mirando el móvil, o iba demasiado deprisa, o la vía no estaba bien conservada… Siempre habrá alguna explicación culpabilizante; porque si todos hubieran cumplido las reglas, es impensable que pudiera haber habido un solo accidente grave. Es responsabilidad de los Medios transmitir este mensaje. Y lo hacen. Todos y todo el rato.
Algún cabrón/cabrona mató a su pareja. Aquí hay dos posibles alternativas: ¿había denunciado? ¿no? Pues está clarísimo… ¡Ah…! ¿que sí había denunciado…? pues también está clarísimo: hay que cambiar las leyes y cumplirlas con mayor rigor. Si las leyes son las correctas y se aplican, la violencia de género no es concebible. Es responsabilidad de los Medios transmitir este mensaje. Y lo hacen, etc.
Las drogas son muy malas, todas y siempre. Son absolutamente innecesarias. Hombre, el alcohol puede tolerarse, porque es un tónico que incita al optimismo… pero bebido siempre con exquisita moderación. Es responsabilidad de los Medios transmitir, etc.
La prostitución es, única y exclusivamente, una versión moderna de la esclavitud. Pobres infelices son atraídas a los países ricos con falsas promesas laborales, y una vez aquí son convertidas en esclavas sexuales. Si conseguimos luchar eficazmente contra las mafias que trafican con personas y esclavizan a las mujeres, el problema de la prostitución desaparecerá. Es responsabilidad de los Medios, etc..
Van cuatro gilipolleces tan grandes que al escribirlas tenía miedo de que me explotara el ordenador. Pero hay más, muchísimas más del mismo pelo con las que nos toca convivir a diario. Simplificaciones infantiles y verdades a medias que, precisamente por obviar que la realidad está construida con una gama ilimitada de grises, se terminan convirtiendo en mentiras flagrantes, descomunales y dañinas.
¿De dónde parte la consigna? ¿Acaso es que realmente existe algo parecido a un gobierno mundial en la sombra, que entre otras cosas se esfuerza por mantener a la humanidad en un estado de preadolescencia global?
Supongo que la explicación, como casi siempre, y aplicando el principio de Ockham, es mucho más sencilla: para que alguien te lea/vea/oiga, tienes que tener credibilidad, y esta sólo es conseguible si aceptas los principios universales consensuados, y singularmente aquel de que “si cumples las reglas, estás a salvo”.
El único matiz posible, ya sugerido antes, es que alguna regla no sea perfecta; pero eso tiene fácil arreglo: se ajusta como corresponda la regla en cuestión, y ya está.
Vamos a ver, que no soy tonto del todo. No propongo una sociedad sin reglas (de hecho, eso es técnicamente e incluso ontológicamente  inviable); pero estoy harto de que las reglas en cuestión, que en la mayoría de los casos me parecen cuanto menos cuestionables, me las vendan veintisiete horas al día, sí o sí, aunque yo no esté comprando nada, sólo porque intentaba enterarme de qué tiempo hará mañana o de qué cosas gordas han pasado por ahí.
¿Quién ha decidió que es mejor mantener a la humanidad en una ingenuidad ilusionada? ¿Todos los periodistas creen que el mal menor es que la gente no piense, no razone, no matice, no asuma lo intrínsecamente compleja que es la realidad, para que se vayan todos a la cama sintiéndose seguros y protegidos? Y si fuera así, ¿quién coño les ha dado a ellos potestad para ejercer tan perversa función? Otra más gorda aún sería que ellos mimos también creyeran en la idiotez de fondo que subyace a ese infantil buenismo… No será eso, ¿no?...
Bueno, supongo que ya me he hecho suficientes enemigos por esta noche. Pero, por favor, si hay algún periodista en la sala global que haya entendido que esto no es nada personal, y que sea capaz de darme alguna pista para entender el dislate, le estaría muy agradecido. Ya sabe dónde encontrarme.

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