domingo, 11 de agosto de 2019

¡Los cajeros atacan de nuevo...!

Volvió a pasar. Supongo que habrá a quien le parezca increíble; pero a mí, a estas alturas del partido, la verdad es que no. Antes al contrario, ya estaban tardando: ¡LOS ESPÍRITUS TRAVIESOS QUE HABITAN EN LOS CAJEROS AUTOMÁTICOS, HAN VUELTO A ATACARME…!
La cosa, surrealismo puro, sucedió tan de improviso y tan rápido que no me dio tiempo a documentarla en directo. Pero tengo testigos. Por lo menos una docena de usuarios de la sucursal de La Caixa en donde tuvieron lugar los hechos (C/Escofina nº 30. Polígono P-29, Collado Villalba; Madrid. España. Unión Europea. Planeta Tierra. Sistema Solar. Vía Láctea. Grupo Local. Supercúmulo de Virgo. Complejo de Supercúmulos Piscis-Cetus. Universo Conocido), así como una de sus empleadas, que mostró más curiosidad que perplejidad, no sé muy bien porqué. Porque el resto, asistimos al suceso alternando el desconcierto y el ataque de risa.
Vayamos a los hechos:
Dos de agosto del corriente, 11,45 h. Ando por el Polígono Industrial de Villalba, haciendo compras varias. Como algunas de ellas son de menudeo y no quiero pagarlas con tarjeta, y además ando pelado de cash, me acerco al cajero de La Caixa, que me pilla de camino. En la oficina hay dos cajeros, uno de ellos libre y el otro ocupado, con una fila de tres o cuatro personas esperando. Al parecer, el cajero desocupado está estropeado. Cuando llega mi turno actúo con rapidez, aprovechando las nuevas tecnologías: paso mi tarjeta por encima del lector, le digo que me dé 100 €, y arreando. Cuando ya está la operación en marcha pienso que he sido tonto, que tenía que haber dado a selección de billetes, para que no me lo dé muy agarrado. Bueno tampoco pasa nada, a ver qué me da. Y en efecto, veo que me lo da razonablemente suelto: uno de diez, dos de veinte, y medio de cincuenta… ¿…? ¡¿MEDIO DE CINCUENTA…?!


No me lo puedo creer. Reviso todos los billetes, los manoseo…nada no está la otra mitad del billete de 50. Tampoco está en la rendija por la que ha salido el dinero, ni en el suelo… Miro hacia la calle y la fila de los que esperan, les enseño mi medio billete, intento explicarles… aunque no me oyen, al otro lado de la puerta, y se limitan a mirarme desconcertados. Miro hacia la cámara de seguridad, le enseño el medio billete, gesticulo… y decido entonces salir del cuartito de los cajeros por la puerta opuesta a la calle y entrar en la oficina bancaria, propiamente dicha.
Tengo la mala suerte de que hay un montón de gente, y todos los puestos de atención al cliente están ocupados y con personas esperando. Pero lo mío es una obvia urgencia, y para que nadie se crea que me estoy colando me planto en medio y enseño mi medio billete:
Perdonen, pero el cajero me acaba de dar esto… medio billete de cincuenta… no sé qué ha pasado, pero tengo que hablar con alguien…
Miro para los cajeros y compruebo horrorizado que quienes me seguían en la cola, un matrimonio de cierta edad, ya han metido su tarjeta y andan operando. Doy dos pasos hacia ellos, les digo que esperen (vuelven a no oírme, a través del cristal), les enseño mi medio billete… Se empieza a montar revuelo a mi alrededor, empiezan las risas, los comentarios, el cachondeo…
Por fin una bancaria me pregunta que qué me pasa. Le enseño mi medio billete:
 Pues esto, me pasa esto: que la maquinita me ha dado medio billete de 50, pero no dos mitades, solo una… o acaso sea un billete de 25 €, no sé… Y ya hay otro tío en el cajero, que lo mismo se está llevando la otra mitad…
El cachondeo en la sala se generaliza, la gente me pide que les enseñe mi medio billete, mientras la empleada entra en un espacio que hay por la parte de atrás de los cajeros y comienza a manipular algo. Más lío aún, pues deja de funcionar el único cajero que lo hacía, y el matrimonio que estaba operando en él comienza a montar el pollo. Mis compañeros de dentro del banco, la mayoría muertos de risa, intentando explicar al matrimonio el lío. Todo el mundo hablando a la vez. Aquello parece una película de José Luis López Vázquez.
Por suerte, la bancaria sale de nuevo del cubil, mostrando orgullosa la otra mitad del billete:
Aquí está el resto, no hay problema.
- ¿Qué no hay problema? ¿Pero esto es normal? Y ahora, ¿qué toca? ¿le ponemos un celo…?
- No hombre, no se preocupe. Ahora le doy otro entero
Efectivamente, le doy mi mitad y me da uno entero. Me despido de todo el mundo en medio de un ambiente casi festivo, y salgo a la calle lamentando entonces que todo haya sido tan rápido como para que no me diera tiempo a hacer una foto de mi billete de 25 € (la imagen de antes es fruto del Photoshop, pero se parece bastante al original).
Si alguno tenéis su teléfono podéis llamar a José Mota de mi parte, y decidle que pongo a su disposición mi anecdotario cajeril. A ver si tiene algún guionista que lo supere.


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