sábado, 10 de diciembre de 2016

¿De nuevo, un poema?


Vergüenza de deberes sin hacer,
de tía anciana a la que nunca llamas.
Destemple de zapatos sin calcetines,
de ropa sudada sobre piel de ducha.
Fingida indiferencia que proclama tu culpa.
La culpa,
el sentimiento en el que menos creo
jactándose de su potencia.

Me parapeto tras media sonrisa
y busco un rincón.
Mi infantil artimaña
concentra  aún más los focos:
“¡Cuánto tiempo…! ¿A qué debemos el honor?”
Acorralado y desnudo,
opto por lo que entiendo la verdad:
“Es que todo era tan urgente
que el corazón apenas me ha dolido”
Alguien pregunta:
“¿Ha dicho dolido o sentido?”
El veredicto es un demoledor silencio.
Mientras, al fondo,
el dios de Estós mueve la cabeza.


En mi casa, buscándome, el diez de diciembre de 2016

Nota: el dios de Estós es uno de los personajes principales de un cuento mío (y en realidad, de mi vida), titulado "La Leyenda de Estós", que podéis encontrar en una recopilación de cuentos cuyo título es Desasosiego)
Y ahí os dejo el incunable de mis garabatos, aún calientes. Quién sabe, lo mismo algún día pueden tener interés para alguien.


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