miércoles, 1 de octubre de 2014

Eufemismos y trampas semánticas

Es evidente que los políticos han ido prestando cada vez más atención a la faceta mercantil de su negocio, de modo que la publicitación de sus asuntos ha pasado a ser tan importante –o más- que los propios asuntos. Algo bien vendido es algo bueno, ya sea caviar iraní o de carne de pescuezo, porque el objetivo es que compremos, que les demos la razón, que les dejemos hacer. No voy a entrar aquí en si detrás de ese intento de seducción está beneficiar a la sociedad o aprovecharse de ella, que de las dos cosas hay. Lo que me parece más divertido es recalar en alguno de los más brillantes eslóganes, eufemismos y trampas semánticas puestas en el mercado en los últimos años por la maquinaria de nuestros políticos. Vamos a ello.
Derecho a decidir
Fuente: joseluisuriz.blogspot.com.es
Absolutamente redondo. Genial. ¿Cómo oponerse a algo así? La libertad es un derecho inalienable, algo intrínsecamente ligado a la condición humana. El problema, obviamente, surge cuando intentamos redondear lo anterior: “Vale derecho a decidir; pero, ¿el qué?” Está muy bien que cada cual decida si se casa o no, en qué quiere trabajar, o dónde vivir. Pero, ¿y si lo que decide es hacerlo como un perro, e insiste en ir desnudo a aliviarse a los parques públicos? ¿O si, reivindicando la cultura clásica, decide tener un efebo como concubino? El límite entre lo aceptable y lo inaceptable es obviamente el que tu libertad no coarte la de los demás. Pero por desgracia, esa es precisamente la más difusa, matizable y opinable de cuantas fronteras conforman las relaciones humanas. De modo que el eslogan en cuestión se evidencia a la primera como una burda trampa semántica: es inevitable darle la razón, con carácter general, aunque sólo la tenga para cosas en concreto. Y respecto a lo del eufemismo, se requiere de un poco más de contexto para saber en cada caso de qué cosa políticamente innombrable estamos hablando y camuflamos bajo la bonita e irrebatible formula en cuestión, pero al final siempre resulta evidente. Así, “derecho a decir” puede querer decir, simplemente  “derecho al aborto”, “independencia”, etc. (repitan ustedes la fórmula mágica con acento catalán o imitando a Cristina Almeida, y verán qué claro queda)
Solución política del conflicto
Fuente: kamales-sadki.blogspot.com.es
Otra obra maestra, aunque menos, pues es más específica y consta de cuatro palabras en lugar de tres (los catalanes siempre fueron más finos que los vascos en lo relativo a lo económico) ¿Quién puede oponerse a que algo se solucione? Y ¿no será siempre preferible una solución política –esto es: negociada, pactada, consensuada- a una de otro tipo? De esta fórmula, la parte que me parece más genial es la del “conflicto”, la cual constituye una trampa semántica dentro de otra. Porque "conflicto" presupone siempre una legítima confrontación de intereses entre dos alternativas.  Hay un conflicto entre judíos y palestinos, o entre partidarios y detractores de la pena de muerte, pero no lo hay entre la policía y los delincuentes, o entre una violada y su violador. Es decir, aceptar que hay un “conflicto” equivale a reconocer que hay dos partes, y que cada una de ellas tiene sus argumentos. La famosa equidistancia, de la que ya me he quejado otras veces. Nos acaban de colar un gol por toda la escuadra. Un gol dentro de otro, porque ya habíamos aceptado antes que mejor solucionar las cosas que no hacerlo; y ya puestos, pues también mejor que la solución sea política. Pero todo es un simple ardid, que se resume en una única palabra: independencia (en caso de duda, repitan el eslogan con acento vasco)

Rescate de inmigrantes
Fuente: grupodiarioarea.es
En el primer mundo se vive mucho mejor que en el tercero. Si eres rico casi da igual, pero si eres pobre, muchísimo mejor Barcelona que Mogadiscio. Y para impedir que vengan todos y desbaraten nuestro Estado del Bienestar, hacemos vallas muy altas y ponemos severas condiciones para que solo unos pocos –los menos pobres- consigan pasar. El resto de los que lo intentan, como sea y a lo que sea, antes eran detenidos, interceptados, devueltos, etc. Pero eso sonaba demasiado cruel y demasiado sincero, por lo que desde hace ya algún tiempo, son “rescatados”. Y tanto da si estaban en una colchoneta de juguete a punto de ahogarse o si iban en una sólida embarcación sin problema alguno: se les “rescata”, y punto (ya intentaremos después mandarlos de vuelta). La Guardia Civil ha dejado de ser un legítimo órgano de autodefensa social, para convertirse en una ONG comparable a la Cruz Roja o a Médicos Sin Fronteras, una de cuyas misiones es “rescatar” emigrantes. Es palmario, de modo que no haré más sangre.

Provida
Fuente: sevilla.abc.es
Como otras muchas encerronas, ésta se erige en irrechazable por reducción al absurdo. Porque si no se es Provida… ¿qué se es? ¿Promuerte? Vamos, que o estás con ellos o eres un monstruo. Aquí el eufemismo del “no al aborto” tira por elevación, para zanjar cualquier posible discusión antes de que empiece. Es una táctica muy común entre ese tipo de gentes, que lo tienen todo muy claro y ven siempre las rayas muy gordas y muy nítidas, lo que es que sí y lo que es que no. Son los discapacitados para la duda, que por consiguiente no tienen la más mínima sobre cosas como el famoso “momento mismo de la concepción”, algo que ni los ginecólogos son capaces de definir de forma tan tajante (por ejemplo: sólo un tercio de los óvulos naturalmente fecundados consiguen implantarse en el útero y formar un embrión) Pero aún salvando ese escoyo, que ya es salvar, su radicalismo es extremo. Creo que no se ha hecho, pero no estaría nada mal, una encuesta entre ellos respecto a la pena de muerte, a ver si mostraban la misma unanimidad. Y ya en plan malo, la encuesta podría incluir también una pregunta que seguramente haría que la mayoría de ellos -¡por fin!- dudasen sobre qué es bien y qué es mal menor, qué es asesinato, qué homicidio y qué legítima defensa (A todo esto: mi amor por la duda se debe a que, si no fuese por ella, el hombre aún seguiría colgado de los árboles). La pregunta es la siguiente: “Si se plantan en tu casa cuatro mujahidines del Estado Islámico para llevarse a tu mujer y a tus hijas, y tienes un arma en la mano, ¿qué harías?”

Podemos
Fuente: colectivoburbuja.org
Aquí tenemos el nombre de la marca y el trampantojo semántico todo junto. Nosotros Podemos; ¿y vosotros? ¿Tú eres de los que cree que puede, o de los que ya ha desistido? Ser de Podemos es tener carné de utópico federado, es pertenecer al club de Luther King, Ghandi, Lennon, ser heredero de los movimientos abolicionistas, sufragistas, pacifistas, hippies, 15 M… ¡Si es que me estoy afiliando encima, no me aguanto las ganas de correr a la ventanilla correspondiente a apuntarme…! Solo que, al final, resulta que tras esa marca lo que hay es gente soñadora, pero real, no mitos ni Arcadias. Ciudadanos optimistas e imaginativos obligados a moverse en el intrincado fárrago de la política, lo que en ocasiones resuelven con buenos aterrizajes, mientras que en otras se estrellan entre la ingenuidad y el populismo.

Para que la cosa no se haga eterna, me voy a limitar ahora simplemente a listar otra buena ración de eufemismos y trampas semánticas, de ámbitos diversos, adjuntando su traducción al román paladino

  • Misión de paz = guerra, presuntamente justa.
  • Daños colaterales = civiles muertos que nada tenían que ver con la historia.
  •  Movilidad exterior = migración forzosa, por motivos laborales/económicos.
  •  Reformas estructurales = retracción del Estado, disminución del amparo público.
  •  Crecimiento negativo = disminución, merma.
  •  Deslocalización = cierro el negocio aquí y lo abro donde los salarios sean más bajos.
  •  Moderación salarial = bajada de sueldos.
  •  Tasas judiciales = extinción del derecho a la justicia gratuita.
  •  Educación diferenciada = los chicos con los chicos, y las chicas con las chicas.
  •   Modelo federal del Estado = el que ya tenemos, pero con otro nombre.

¿Alguien se sabe alguno divertido? Pues si le apetece, que continúe la lista.

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